Arriba de la montaña y más abajito



Ese día no supe realmente dónde estuve.


Salí desde el Quindío pero pasé al Valle del Cauca y estando en la cima del final del viaje nunca entendí si era un límite, una frontera imaginaria o un pedacito de todas las tierras juntas.

Seguramente sólo era la tierra, vida pura!!!




Era una finca, bueno una finquita chiquita, casi una casa en medio de la montaña. Para llegar allí habia que tomar jeep, cruzar por un caserío indígena a punto de desaparecer entre la pobreza, la mugre y la sociedad de consumo, pasar el rio La Vieja y arrancar a caminar...

Y caminar y caminar... otro caserío, una cascada, un potrero, carreteras de barro, luego nada de carreteras y sólo caminos de herradura. Todos empinados, empinadísimos... un paseo cuesta arriba y con los morrales llenos de remesa para no gastar el mercado de los anfitriones.



Humedad, presión atmosférica, sudor, calor, sed, risas, hambre!

El camino no cambia... va uno como encerrado en medio de la montaña y los caminos van enterrados en el barro.

- ¿Hasta dónde es que vamos a subir?. Pregunto.

- Hasta Arriba!


Yo nunca habia subido caminando una montaña 'hasta arriba' y menos tan arriba!!! 
y tan enterrada en la tierra!!!. 

Pero algo sucedió... 




El camino cambió, y al darle vuelta a la montaña todo cobró sentido...

Se abrió ante mis ojos un horizonte sin igual...

Estaba tan arriba que podia ver la montaña a mis pies y la hermosa geografía del Quindío y el Valle mezclarse a lo lejos como un regalo divino...

¡Sigamos subiendo!


Lo mejor de todo es que la casa para la que iba no quedaba arriba de la montaña sino más allá. Luego de subirla toda todita había que cruzar un bosquecito diminuto pero lo suficientemente tupido como para ser fresco bajo el inclemente sol y luego bajar por un caminito empinado que llevaba finalmente a LA CASA!!!





Quedaba entonces arriba de la montaña y más abajito!


¡¡¡La mejor casa ubicada más abajo de la montaña!!! ¡¡¡La mejor vista para un jardín!!!

Y la mejor huerta de plátanos: 

Arriba, más arriba de la montaña, más arriba de la casa:
 


¡¡¡Un observatorio flotante de bellaza infinita!!!


EntreParadas
Luisa Fernanda Buitrago Ramírez